Hoy
vamos a cerrar la serie dedicada a esos tres envases o recipientes
tan españoles y veraniegos a los que hemos pasado revista durante
los últimos meses. Después de hablar del botijo y del porrón, hoy
le toca a la bota. Otro sinónimo de calor, aunque como en el caso
del botijo, no sólo de fiesta y desenfreno. La bota ha acompañado a
los trabajadores del campo, a los de las obras e incluso, como
veremos hoy, al ejército.
La
bota es otro recipiente para guardar y transportar líquidos, en este
caso vino. Es resistente, ligera, flexible, ya que está hecha de
piel, cuando es natural, de cabra. Ahora también las hay sintéticas.
La
bota original está hecha de piel de cabra, el interior se
impermeabiliza con pez y el pitorro se hace con asta de toro. O sea,
que no puede ser más bio y ecológica. Aunque con los nuevos tiempos
la impermeabilización ha pasado a ser de látex, el exterior se hace
con cueros más baratos e incluso sintéticos y los pitorros son de
plástico.
De
los tres que hemos visto durante esta serie, es la menos "social",
aunque también se comparte, pero tiene un punto de objeto personal
que no tienen ni el botijo ni el porrón. La bota es de su dueño, y
puede dejarte echar un trago, pero el propietario siempre tendrá
prioridad y la llevará él. Fiestas y festejos (las corridas de
toros, por ejemplo, siguen siendo territorio de la bota), son su
hábitat natural, aunque también el campo, algunas labores agrícolas
(vendimia, por ejemplo) o la caza.