domingo, 21 de junio de 2015

Bonjour, les gourmands! El clafoutis

Esta sección de GASTROCOSAS (cuya traducción al español sería algo como "¡Hola, gentes de buen comer!") recogerá algunos platos de la cocina francesa que me gustan y que no son demasiado conocidos en España. Hoy vamos a inaugurarla con un postre muy de temporada y, sobre todo, de aprovechamiento de esas frutas de verano que empiezan a invadir nuestros frigoríficos...

El clafoutis es un postre tan conocido en Francia como desconocido a este lado de los Pirineos. Y es que bajo ese nombre tan raro y difícil de pronunciar (sobre todo, no hay que decir la “s” final, y el acento va en la “i”) se esconde un postre muy, pero que muy popular en tierras galas, todo un clásico de temporada. Porque es ahora precisamente, en plena efervescencia de frutas de verano, cuando las mesas de nuestros vecinos del norte empiezan a llenarse de clafoutis. Y es que si hay un postre de aprovechamiento por excelencia, es éste. Dulce casero y sencillote, de los de toda la vida, algo así como el equivalente a nuestro arroz con leche, el flan o las torrijas: no hay casa en la que no se haga, y el de tu abuela o tu madre siempre es el mejor del mundo...

Pero ¿qué es un clafoutis? Pues se trata de una tarta a medio camino entre un bizcocho y un flan, al que además se le añade fruta. El resto de los ingredientes que lleva son muy simplotes y se encuentran en la despensa más sosa y básica: harina, huevos, leche y azúcar. Parece ser que el primer clafoutis fue de cerezas negras, con hueso incluído (según dicen, el hecho de dejar el hueso, aunque peligrosillo para las muelas, le da un toque muy especial y sabe mucho mejor que si las deshuesamos). Pero lo cierto es que el clafoutis sale rico y puede hacerse con cualquier fruta carnosa y jugosa, aunque no demasiado (por ejemplo, no funciona bien con melón o sandía). Los mejores clafoutis, aparte del de cerezas, son el de albaricoque, y el de ciruelas, aunque el de peras con chocolate, bastante menos ortodoxo y tradicional, puede convertirse en una deliciosa explosión de sabor para los amantes del cacao.

El clafoutis es una manera sencilla y rápida de deshacerte, por ejemplo, de unos pocos de esos albaricoques que nos ha regalado nuestra amiga que tiene frutales en el pueblo. O para quitarnos de enmedio las últimas cerezas que quedan en la caja de oferta que compramos y que empiezan a ponerse malas Ya hemos hecho mermelada, hemos comido la misma fruta mañana, tarde, noche y también entre horas. Cuando pienses que no puedes comerte ni una ciruela más y ya no puedas soportar ver otro día esas cuatro peras eternas en el cajón del frigorífico, no lo dudes: haz un clafoutis.

El origen geográfico del clafoutis es la región de Limousin (sí, de donde las porcelanas - Limoges -) y aparece a mediados del siglo XIX. El original parece ser que fue el de cereza, de hecho, los franceses son muy puntillosos con este detalle tan tonto. Dependiendo de la fruta, les ponen un nombre distinto. Los de albaricoque y ciruelas, se denominan "flaugnarde". Y el "Far Breton", hecho con ciruelas pasas, sin ser exactamente igual, es un primo hermano de Bretaña del clafoutis. Otro día hablaremos de él. 

En mi cuaderno de recetas, Chez Therese, podéis encontrar dos recetas de clafoutis: el de albaricoque y el de peras con chocolate (o sea, los de las fotos de este post).


Bon appetit!


2 comentarios:

  1. Que gran postre! Con muchas ganas de probarlo e intentar perpetrarlo yo mismo jejeje. Será en mis vacaciones de verano, con tiempo y ganas de perderlo. Ya te contaré como me sale :-)

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  2. Pues seguro que bien, jeférrimo, porque es de los de cero dificultad. ¡Qué ganas de ver las fotos! :-)

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